A VUELTAS CON LOS LÁCTEOS

Los lácteos, como grupo de alimentos, son una importante fuente de nutrientes para la salud, tanto de niños como de adultos. Muestra de ello es que el consumo de leche está ligado a la propia historia del ser humano y es que llevamos más de 10.000 años consumiéndola. Pero a pesar ello, son muchas las voces que se escuchan actualmente con frases como  “la leche es mala para la salud” o “somos el único mamífero que continua tomando leche después de la lactancia materna”.

¿Los adultos deben seguir consumiendo leche?

No podemos afirmar que un alimento, de manera aislada, sea ni “bueno” ni “malo”. Lo que va a determinar el estado de salud de un individuo es el conjunto de todos los alimentos que ingiere y su nivel de actividad física, entre otros factores.

Por tanto, la leche no está desaconsejada para el consumo de los adultos, salvo casos de alergia o intolerancia a alguno de sus componentes.

Para metabolizar correctamente la leche necesitamos de la enzima lactasa que nos ayude a “cortar” el azúcar presente en los lácteos, llamado lactosa, en dos trozos más pequeños, (glucosa y galactosa) para poder absorberlo y utilizarlo como fuente energética. Se calcula que actualmente entre un 20-40% de la población española no puede metabolizar correctamente la lactosa, es decir, son intolerantes a ella y por tanto deben buscar otras alternativas como las bebidas vegetales (de soja, avena…) o los productos lácteos sin lactosa.

El consumo de leche como ventaja adaptativa

Hablamos de ventaja adaptativa porque el consumo de leche en la población adulta no es algo que se produzca en todo el planeta. Así, parece que existe una relación de causa-efecto entre aquellos pueblos que tradicionalmente han sido ganaderos y han consumido leche a lo largo de su historia (Europa, Norteamérica) y en los que se presentan menos casos de intolerancia a la lactosa en comparación con otras zonas donde prácticamente toda la población es intolerante, como en China, Japón o algunos países de África.

Si tenemos la ventaja adaptativa de que aún fabricamos la suficiente cantidad de enzima lactasa para metabolizar correctamente de la leche, es decir, que nos sienta bien, no tenemos porque renunciar a tomar este alimento, como parte de una dieta equilibrada.

Si puedo tomar lácteos, ¿qué me aportan?

Desde el punto de vista nutricional, la leche y sus derivados  son alimentos muy completos ya que aportan gran cantidad de nutrientes:

  • Macronutrientes: aportan proteínas de alto valor biológico, hidratos de carbono (particularmente lactosa) y grasa, esta última en contenido muy variable en función de si el producto final ha sido desnatado o no.
  • Micronutrientes: minerales, especialmente calcio, magnesio y fósforo, imprescindibles para la salud de los huesos y los músculos y vitaminas, como la A y la D, que refuerzan el sistema inmune o las del grupo B, que ayudan a la producción de energía.
  • Agua, siendo este el principal nutriente que aporta la leche y que va disminuyendo en otro tipo de lácteos (como las natillas o los quesos)

Mención especial requieren los yogures y leches fermentadas que además de estos nutrientes aportan microorganismos vivos que ayudan a mantener la flora intestinal en buen estado y cuyo contenido en lactosa es más bajo que el de la leche.

 

Conclusión

Siempre que se puedan consumir, se recomienda la inclusión de entre 2- 4 raciones de lácteos al día dentro de una dieta equilibrada, variada y suficiente ya que son una importante fuente de nutrientes. Esto significa que todos los grupos de alimentos tienen su cabida y que no debemos renunciar a ellos salvo que nos provoquen alergia o intolerancia.